Por Julio Santana
Un hombre de la tercera edad le dispara a su hija en la cara en Oaxaca; un sujeto en CDMX desuella a su pareja y arroja sus restos en la vía pública y en el drenaje; ¿Enfermos mentales o hijos sanos del patriarcado? ¿Nos preocupan SUS acciones, o NUESTRA respuesta como sociedad?
Cuando el Fiscal General de la República Alejandro Gertz Manero propuso a los Diputados de Morena la eliminación del tipo penal del feminicidio argumentando la dificultad que tiene el ministerio público para acreditarlo yo le aplaudí -¡Por fin alguien de la 4T con dos gramos de cerebro! Pensé para mis adentros-, sin embargo, conocedor de las tropelías de este gobierno tramposo, mentiroso y falto de credibilidad decidí recular y estar atento.
¿El feminicidio (como tipo penal) es un castigo ejemplar o es una herramienta de propaganda del feminismo burgués occidental hegemónico?
En un país donde la violencia contra las mujeres está más que probada y donde resulta estulto negar que ellas se llevan la peor parte en el día a día, el tipo penal de feminicidio debe dejar de existir pues para efectos prácticos en muchos de los casos en donde una mujer fue asesinada es inviable acreditar alguna de las circunstancias contempladas en el artículo 325 del código penal federal.
¿Para qué clasificamos? Hablo no solo en el tipo penal; sino en nuestra vida diaria, en las ciencias exactas y sociales, en el arte o en cualquier área de las actividades humanas.
Clasificamos para tomar decisiones, que a su vez nos llevan a actuar y en consecuencia, de ser necesario, ejecutar cambios. Cuando el delito de feminicidio comenzaba a gestarse se buscaba hacer pública la violencia por motivo de género que viven a diario las mujeres; hoy que la sociedad es consciente de la misma, el tipo penal de feminicidio debe dejar de existir como lo conocemos. Aferrarse al feminicidio como lo establece el artículo 325 del código penal federal, solo nos ataría al pasado que debemos dejar atrás.
¿Qué buscamos como sociedad al llevar la violencia patriarcal al código penal? ¿Visibilizarla o castigarla de manera especial? Si optamos por la primera, no cambiemos nada, que las cosas sigan igual y los expedientes interminables de asesinatos de mujeres continúen en el limbo sin ser tipificados como feminicidios y solo sean usados como propaganda en cada marcha feminista; por otro lado si buscamos que les asesines (por aquello del retraso mental y el lenguaje incluyente) de mujeres enfrenten penas ejemplares, optemos por una reforma radical al código penal en donde el asesinato de mujeres no tenga que ser acreditado de ninguna manera y en automático sea un feminicidio.
Para cualquier jurista ortodoxo mi afirmación anteriormente expuesta resulta una aberración ¡Los dichos de un loco, tonto o estúpido! Pero recordemos algo fundamental: LAS LEYES SE HICIERON PARA CAMBIARSE. La ley es todo, menos perfecta. Propongo que la pena sea una herramienta para combatir la violencia patriarcal y no mera propaganda. Los feminicidios son el cimiento de encendidos discursos y vetustos catalizadores de reclamos trillados como el “nos están matando”; sí, las están matando, y como sociedad no estamos cambiando.
Clasificar para decidir, decidir para actuar, actuar para cambiar.
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