Leer, escuchar las discusiones políticas en el país es generalmente un fenómeno predecible, estamos tan acostumbrados a que existe el México de los discursos y el México de las realidades y nadie quiere asumir la responsabilidad de esa disonancia, unos son los culpables, otros la solución en un bombardeo de repartidas de culpa entre izquierdas y derechas que realmente a estas alturas, esa distinción ya no significa nada; puesto que ambos operan dentro de algo que les da vigencia de existir y también de corromper, el estado mismo, el estado se describe en el ámbito jurídico como a la organización política, social, territorial y jurídica constituido bajo un modelo federativo o republicano.
He ahí la trampa del sistema quien, dejándonos en discusiones concretas sobre los partidos o políticos “mejores”, unos defendiendo, otros atacando, logra invisibilizar que dentro del fenómeno antropológico hay un espectro que sostiene las condiciones para que esa dinámica exista: el estado quien como abstracción, existe a través de la imposición y no del consenso, con ello, se le otorga legitimidad a la operación política e institucional de una sociedad que no se atreve a cuestionar o pensar en si este modelo de gobierno es para empezar necesario, si es el único modelo viable para regir la conducta social y si no hay alternativas.
Pensemos en algo, imaginemos al estado como un cuerpo humano, el brazo izquierdo representa a los políticos de izquierda, el brazo derecho a los políticos de derecha y de pronto ese cuerpo decide operar para golpearte, puede que para golpearte use un brazo mas que otro, a lo mejor ese cuerpo es diestro, a lo mejor es zurdo, a lo mejor usa los dos, pero el punto es que usara esos brazos para golpearte, ahora bien, si tuvieras que denunciar la violencia que sufriste ¿acusarías a los brazos o al cuerpo entero que decidió que podría violentarte? Exacto, ese cuerpo es el estado y hasta que no decidas confrontar a ese cuerpo entero, no podrás detener sus intenciones de seguirte dañando, ese cuerpo sostiene a las izquierdas y derechas.
Luego entonces, no se puede esperar un cambio social si no pensamos en cuestionar la idea misma de la existencia del estado y establecer nuevas formas de organizarnos ¿Qué político te ha ofrecido eso? Así es, ninguno, porque la existencia del estado tal y como lo conocemos, les ha generado un sistema de privilegios bajo el detrimento de los demás, de la población en general y con mayor matiz, en perjuicio de las minorías, claro que no la mayoría privilegiada.
¿Pero realmente son posibles nuevas formas de relacionarnos y organizarnos políticamente? En eso, muchos pueblos indígenas tienen mucho que enseñarnos, no es extraño por tanto que sean precisamente las comunidades indígenas que lucharon por su autonomía y determinación de manera histórica las que mayor persecución han sufrido de parte del estado para existir, para que, aun viviendo bajo efectos concretos del sistema ajeno que los absorbió, pudieran ser la excepción a la regla en los métodos de gobernabilidad en el país ahí donde el gobierno privilegiado no puede tener el control.
Pero por los prejuicios, racismo y discriminación, no los queremos ver como alternativa, cuando, la autonomía, la autodeterminación, la auto gobernabilidad debe ser una posibilidad latente para todas las redes sociales (vecindades, colonias, unión de vecinos, barrios) que deseen constituirse en cualquier parte del país y no solo para los indígenas, para todos, porque solo así, iremos minorizando al estado y solo tal vez, encontrar la alternativa organizacional tan anhelada. Tal vez muchos de ustedes quieran seguir discutiendo que partido político de izquierda o derecha golpea más o menos, conformarse con matices, si la cuarta transformación es lo que prometió o si estábamos mejor cuando estábamos peor, pero yo prefiero dejar de pensar en esa dicotomía y lógica que invisibiliza que el principal problema es el estado.
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