En el siglo pasado las compañeras de vida de los políticos vivían en el anonimato como sombras que deambulaban por las cámaras legislativas, palacios de gobierno y ayuntamientos; eran pocas las que llegaban a ser algo más que “la esposa del presidente, el senador o el Diputado”. Hoy las cosas han cambiado.
En plena revolución feminista nombres como el de Brigitte Macron, Michelle Obama o Cristina Fernández de Kirchner se han vuelto referentes de la política internacional y cada vez son más las esposas de políticos que gozan de popularidad e influencia. En México la No primera dama Beatriz Gutiérrez Müller, Mariana Rodríguez e Ivette Morán de Murat se han encargado de romper con todos los esquemas de lo que se espera de la esposa del titular del ejecutivo en un estado o al frente de nuestra República.
Las tres son mujeres inteligentes, carismáticas y que influyen en las decisiones de sus esposos. Sin embargo, Gutiérrez Müller decidió no figurar desde el DIF, algo que sí han hecho Rodríguez y Morán, algo que me facilita poder compararlas entre sí.
La primera dama de Oaxaca rebasa los 40 años mientras que la primera dama de Nuevo León ni siquiera llega a los 30; por un lado Morán de Murat ha sido madre en 4 ocasiones y Rodríguez Cantú no lo ha sido aún. ¿Estos datos importan? Sí y no.
Saber su edad y si han sido madres importan para entender un poco de su personalidad, pero no para evaluar su resultados al frente del DIF.
¿Por qué Marina Rodríguez publicitó que adoptó por un día a un bebé en orfandad? Hoy en su defensa la regiomontana alega que fue un acto de amor; en lo personal atribuyo este craso error a su inmadurez y a la burbuja de privilegio en la que ha vivido. Pero entonces ¿Por qué en casi 6 años de gobierno de su esposo la primera dama de Oaxaca no ha cometido un error así de grave a pesar de ser también una mujer privilegiada e influyente en redes sociales? La respuesta es sencilla: es una mujer madura que al haber sido madre siente un cariño genuino por los niños propios y ajenos y que jamás expondría a un menor de esa manera.
Hay cosas que solo los años y la experiencia te dan: la prudencia y el buen juicio son uno de ellos. Mariana Rodríguez consideró que la mejor manera de ayudar a un niño en orfandad era exhibirlo en su instagram para que los likes le llovieran y que tal si en una de esas alguien se animaba a adoptarlo. Tristemente Mariana usó su posición de poder e influencia para exhibir a un huérfano en redes sociales. En su defensa la también influencer dijo que “lo hizo de corazón y lo volvería a hacer”.
Si nos alejamos un poco del discurso sentimentaloide y de reallity show de “hacer las cosas de corazón”, entenderemos que la visión de Mariana es corta. Ella pudo usar su influencia para mejorar de manera significativa la vida de los niños que están y estarán bajo la tutela del DIF de Nuevo León, pero le faltó prudencia, buen juicio y visión.
Aquí es donde vale la pena mencionar el proyecto Casa de Alas del DIF Oaxaca, que inició en marzo de 2018 con una inversión global de más de 170 millones de pesos y consiste en un conjunto arquitectónico que albergará oficinas administrativas, capilla DIF, pabellón psiquiátrico, talleres, área de asistencia social e infantil, casas hogar, albergue de tránsito, taller de carpintería, dormitorio, lavandería, estacionamiento y bodegas.
Sin tanto alboroto, sin pedir likes, sin frivolidad, solo con trabajo y planeación la señora Ivette Morán de Murat ha dejado huella en Oaxaca y el sistema DIF.
Entiendo la necesidad de comunicar lo que se hace en favor de la niñez de sus respectivos estados, pero creo que en temas tan delicados como la orfandad, la discapacidad y el abuso sexual las primeras damas de los estados requieren de mucha sabiduría, temple, empatía y puntual asesoramiento.
En resumen: Más trabajo y menos historias de Instagram o bailes en Tik Tok.
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