Son pocas las personas que pueden presumir ser hijo de un ex Gobernador, menos ser hermano de un Senador, todo ello mientras el sujeto en cuestión es gobernador. Este es el caso de Alejandro Murat, quién nos demuestra que hoy, igual que hace 15 años, quienes ostentan el poder político en Oaxaca son los Murat.
La historia de los Murat parece encaminarse a lo sucedido en el Estado de México, donde la familia Del Mazo ha monopolizado el gobierno en esta entidad, en donde abuelo, hijo y nieto han ocupado la gubernatura del estado. Nada alejado de lo que puede suceder dentro de algunos sexenios, en la tierra donde Dios nunca muere. Acá, el patriarca de los Murat, José Murat Casab, parece no perder la esperanza en que su legado tampoco muera y su familia ostente el poder sin tregua.
Y aunque dicha afirmación pareciera irracional y apresurada, existen antecedentes que demuestran que esta familia no solo desea el poder, sino que además, está dispuesta a obtenerlo a través de acciones éticamente cuestionables. Lo sucedido en las elecciones de 2016, en donde técnicamente el ex titular del INFONAVIT no podía competir, pues no cumplía con los 6 años de residencia en la entidad, lo demuestra.
El gobernador acaba de cumplir tres años en el poder, prueba fidedigna de que la descendencia de Murat Casab, más allá de verse como servidores públicos, lo hacen como merecedores del arte supremo de gobernar, llenos de privilegios desde la cuna y por los apellidos.
Una prueba más: el egresado del ITAM, quien en su momento parecía ser el milagro oaxaqueño, sólo cambió el estilo de gobierno, usa la diplomacia en lugar de la prepotencia que caracterizaba a su padre. Asimismo, Eduardo Murat hermano del Gobernador del Estado, ha ocupado un curul en el Senado de la República, amalgamando un poder político fruto de las relaciones tejidas por su padre.
Los Murat, dueños de propiedades multimillonarias en New York, propiedades que solo demuestran que los nacidos y criados en el Estado de México y Central Park lo que menos quieren es vivir en Oaxaca, se han encargado de que el estado con mayor rezago social y económico en el país sea su “mina de oro”, lacerada por la pobreza, pero capaz de mantener los privilegios de la familia del ex gobernador.
Hoy el ex Senador, el Gobernador y quizá el estratega político más poderoso nacido en las últimas décadas en Oaxaca, han entendido que Oaxaca catapulta y garantiza una vida llena de lujos, dinero y poder para toda su descendencia por lo que, no sería una sorpresa ver al pequeño Alex de 8 años entrar a Palacio de Gobierno ocupando el puesto que su abuelo y su padre están monopolizando.
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