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Los pueblos existen aún sin Guelaguetza




Pensaba escribir esta columna con un filo incisivo sobre todas las implicaciones que rodean a la Guelaguetza oficial como evento que se discute entre una

manifestación legítima de los pueblos indígenas y las cargas políticas, sociales, racializantes que lo exhiben como un producto turístico; de lo anterior ya se ha hablado en varios escenarios.


Más allá de la raíz lingüística de “Guelaguetza” que siendo una palabra zapoteca que describe la cooperación, el evento de la Guelaguetza se describe

desde el discurso oficial del gobierno oaxaqueño como la mayor fiesta

folclórica no solo de México sino a nivel continente que se celebra anualmente en el marco de las fiestas de la virgen del Carmen; durante los dos lunes cercanos al 16 de Julio.


Su evento trascendental consiste en la exhibición de danzas tradicionales en el auditorio de la Guelaguetza durante los Lunes del Cerro y en el que participan diversas delegaciones representativas de algunas

comunidades indígenas del estado.


Yo quiero hablar de la Guelaguetza desde una óptica distinta. Este año se

presume que la Guelaguetza no se realizará, la pandemia por la que

atravesamos no permite, a corto plazo, establecer las condiciones necesarias para prácticamente casi nada, ni actividades de poca ni mucho menos considerable aglomeración.


La Guelaguetza es un fenómeno sobre todo político , en el sentido estricto de que conjunta diversas acciones del aparato gubernamental para lograr su

realización.


La Guelaguetza, innegablemente, también genera implicaciones culturales, turísticas y económicas.


La evolución constante del evento ha creado un esquema que permite a todas las personas que deciden ser parte del evento un momento de acercamiento con lo que el resto del año somos ajenos

o indiferentes: los pueblos indígenas.


Aún cuando se ha anunciado que su realización este año parece no ser posible, la realidad es que los pueblos indígenas continúan sus vidas, la posibilidad de que no se realice no cambia en nada ni modifica las condiciones comunitaria en los pueblos y por otro lado, que se haya realizado en otros tiempos, tampoco impacta trascendentemente en mejoras a la vida de las comunidades.


La Guelaguetza para los no indígenas y los desindigenizados es la oportunidad para poder sentirse cerca de los pueblos a través del jolgorio, del espectáculo, de la diversión, del comercio, por que es más fácil, claro, que acercarse a ellos y reconocer sus problemas, sus carencias, los abusos que sufren, los estados de agravio que han vivido constantemente y de forma histórica, entonces quiero decirles que la Guelaguetza es sobre todo un fenómeno romantizante.


No es menor, puesto que ésta ha sido la dinámica a través de años en que se

han relacionado los pueblos indígenas con el resto del país, a través del folckor más allá de su capacidad de ser estructuras organizadas en la defensa de sus propios intereses colectivos aún a pesar del estado, aún a pesar de los poderes hegemónicos.


Así se han abordado otras problemáticas sociales desde la idiosincrasia mexicana, tan solo veamos la pobreza generalizada romantizada o incluso parodiada en la televisión o las redes, lo mismo sucede con el narco, la

falta de educación o la violencia de género, ejemplos claros: el chavo del 8, las narco series, la india María, etcétera.


Sí, tal vez no haya Guelaguetza este año, pero no es la única forma en que

podemos acordarnos de los pueblos, los pueblos están ahí, en constante lucha por la vida, por el respeto a sus recursos naturales, formas de gobierno, su lengua, su dignidad, evitando ser despojados, evitando ser discriminados o acribillados, sí, los pueblos indígenas existen más allá de los 15 días de fiesta en que se les presume como protagonistas.


La Guelaguetza es una posibilidad de visibilización, efectivamente, muchos

pueblos acudirán en ese entendido pero no perdamos de vista que es por que no hay alternativa ante una realidad complicada que lleva a decirle al resto del mundo que existen, porque terminando el evento volverán a las realidades, a sus historias, ésas para las que no se venden boletos en ticket master, esa

realidad que ni el gobierno ni el resto de la sociedad queremos afrontar.


Los pueblos indígenas existen aún sin Guelaguetza.

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