Según el texto “Fundamentos de las relaciones públicas” de la Universidad Rey Juan Carlos las relaciones públicas son “el esfuerzo planificado para influir en la opinión pública a través de una buena reputación y de una actuación responsable”. Una palabra clave que rescato de esta definición es PLANIFICADO; ¿La caridad se planifica? ¿La bondad tiene fechas y horarios? ¿La filantropía conoce de calendarios electorales? La respuesta es NO.
El amor por el prójimo es incondicional, atemporal y no conoce de restricción alguna.
Con base en lo anterior puedo afirmar que todas y cada una de las acciones emprendidas por Alfredo Delgado para dotar de equipo de protección al personal médico que combate la pandemia de COVID 19 en Oaxaca, son meras relaciones públicas y no actos de solidaridad o empatía.
Para contextualizar:
El 21 de octubre de 2018 Alfredo Delgado Cervantes hijo de la en ese entonces delegada de PROFECO en Oaxaca, Rebeca Cervantes, conducía un vehículo Jeep que terminó impactándose contra un árbol en Avenida de las etnias ubicada en la capital oaxaqueña. Se presume que el impacto provocó la muerte instantánea de Ivana Mingo, pareja sentimental de Delgado Cervantes, quien desafortunadamente sufrió exposición de masa encefálica.
Alrededor de este caso hay un sinfín de especulaciones como que Ivana no murió al instante por lo que Alfredo Delgado paseó por cuatro horas su cadáver; o que Delgado Cervantes conducía bajo los efectos de alcohol y drogas, sin embargo, hablemos de hechos concretos y comprobables.
Alfredo es una figura pública y joven promesa del PRI, partido que tiene entre sus filas a personajes que gozan de impunidad, razón por lo que la sociedad en general espera una sanción ejemplar para él, siendo la cárcel la opción más viable para que en este caso se perciba la existencia de justicia para Ivana y su familia.
La opinión pública rechaza de forma categórica que Delgado Cervantes se pasee con total libertad por las calles de la capital oaxaqueña, por ello él y su familia han optado por intentar limpiar su imagen con “acciones filantrópicas” para intentar convencer a la ciudadanía que es un individuo de bien que lo único que busca es ayudar.
Como dijera el presidente “la pandemia le cayó como anillo al dedo” a los Delgado Cervantes, pues gracias a la pandemia de coronavirus Alfredo Delgado pudo regalar caretas de protección al personal de los servicios de salud en el estado, acción calculada y premeditada, pues esperó más de un año para volver a reaparecer públicamente.
Como mencioné al principio de la columna, la filantropía no sabe de fechas, ergo, si Alfredo en verdad fuera un filántropo (como lo quieren hacer pasar) habría seguido ayudando al prójimo públicamente después de pocos meses de haber ocurrido el accidente en el que se vio involucrado. Sin embargo, el joven priísta decidieron hacerlo en una fecha donde las preocupaciones son otras y donde condenar la entrega de caretas sería un acto miserable. A casi dos años de lo ocurrido decidió reaparecer, pues como cualquier político sabe que la gente olvida. ¿Recuerdan a Marcelo Ebrard exiliado en un hotel en Paris? Si no lo recuerdan es porque mi afirmación es veraz y oportuna.
Estimado lector ¿En la imagen usted ve a un filántropo o a un instagramer? El cinismo y la frivolidad con la que se conduce Delgado Cervantes es abrumadora; no le basta con echarnos en cara su vida opulenta, sino que muestra con lozanía y altivez la cantidad de caretas donadas.
Bill Gates, por ejemplo, donó 100 millones de dólares para acelerar el desarrollo de medicamentos, vacunas y diagnósticos contra el covid 19. ¿Lo anunció al mundo desde alguna de sus lujosas mansiones? ¿Lo hizo con una pose de galán de balneario?
Es aquí donde la filantropía se aleja de las relaciones públicas. Bill Gates no mató a nadie y no necesita que un electorado vote por él, por ello le da igual restregarle en la cara a todo el mundo que es una buena persona; por otro lado, Alfredo necesita ser tan bueno, que cualquier crítica en su contra parezca infundada e inverosímil.
Así que si usted creyó que los actos de bondad de este individuo habían terminado, lamento informarle que un cadáver no se cubre solo con unas cuantas caretas. . . hay “filantropía” para rato.
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