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¿El EZLN ya es un adversario mayor para AMLO?


Foto: Radio Zapatista

Por Emiliano Gómez Izaguirre

Hace poco más de un mes, la reconocida periodista mexicana, Laura Castellanos, autora de las obras "México armado: 1943 - 1981" y "Crónica de un país embozado: 1994 - 2018", con su ya característico y admirable estilo periodístico, publicó un artículo que atrapó la atención de aquellos que, aun habiendo votado por AMLO y/o MORENA en 2018, no nos hemos identificado del todo con algunas (o muchas) de las políticas emanadas de la 4T, especialmente de las dirigidas a pueblos y comunidades "indígenas" de todo el país.

Siendo un poco más específicos, el de Laura es un texto que se puso en la mira inmediata de aquellos que hemos seguido la lucha zapatista desde su aparición pública en 1994. Se trata de un artículo titulado El EZLN ya es un adversario mayor para AMLOpublicado en el portal del Washington Post el 7 de enero pasado (https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2020/01/07/el-ezln-ya-es-un-adversario-mayor-para-amlo/).


¿Adversario mayor?

El calificativo de Laura es sin duda interesante y sugerente pero no puedo negar que me genera más dudas que certezas al momento de querer comprender el lugar del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en la actual coyuntura que vive México, un momento de la historia en que el Presidente de la República, además de ser el primer mandatario en provenir de un partido-movimiento que se asume de izquierda (por lo menos en sus orígenes), es también el primero en mantener de forma estable una aprobación superior al 60% a más de un año de su toma de posesión (https://oraculus.mx/aprobacion-presidencial/), un dato que en términos políticos y electorales da cuenta de que la oposición en este país está casi pulverizada, y sus adversarios parcialmente neutralizados ante el gran apoyo y la alta legitimidad que AMLO y la 4T disfrutan hasta el día de hoy.

Tal vez es por todo eso que dentro de la izquierda independiente y/o allegada al zapatismo, el calificativo del EZLN como "adversario mayor" es motivo de entusiasmo, "una buena noticia" porque los zapatistas son “la oposición más consolidada contra el proyecto de AMLO", sin embargo, más allá de este entusiasmo es importante no dejar de asomarnos a las bases sobre la que se sostiene tal afirmación.

Siguiendo el texto referido, la idea del EZLN como un "adversario mayor" parte entre otros motivos de la declaración hecha por el Dr. Francisco López Bárcenas, investigador y abogado ñuu savi, quien percibe que la consolidación del EZLN es a partir de su oposición a mega-proyectos muy concretos (El Tren Maya o la posible creación de una Zona Económica Especial en el sureste mexicano) y en territorios que forman parte de (o son cercanos a) su área de influencia en el estado de Chiapas, sin embargo, al retroceder un poco en la historia del zapatismo, este argumento plantea una tendencia que no es nueva o inédita si consideramos que el EZLN ha mantenido y ampliado su fuerza en dichos territorios por lo menos desde 2003, cuando se dio la inauguración de sus centros administrativos y/o de gobierno autónomo también conocidos como caracoles.

¿Por qué entonces afirmar que "el EZLN ya es un adversario mayor a AMLO" o "la oposición más consolidada"? ¿Acaso con otros gobiernos no lo era? Hasta donde recuerdo sí lo era, de ahí que en sus respectivos mandatos, Peña Nieto, Calderón o Fox se abstuvieron de enfrentarlo de forma abierta y directa como Salinas o Zedillo sí lo llegaron a hacer y fracasando en su búsqueda por desarticular la organización que el zapatismo extendía en los Altos, Zona Norte y Selva Lacandona de Chiapas.


¿Qué es entonces lo novedoso de esta "consolidación del EZLN"?

Castellanos afirma que esto también se debe a la ampliación de la zona de influencia zapatista en Chiapas, pasando de cinco a once caracoles zapatistas en menos de un año, así como a las dos ediciones del Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan en 2018 y 2019, donde el EZLN ha convocado a individuas y colectivas de México y del mundo para denunciar y hacer frente a la violencia feminicida que hoy en día sigue cobrando la vida de miles de mujeres.

Considerando eso, es innegable que la influencia o la fuerza del EZLN ha crecido en ciertos aspectos, sin embargo, este crecimiento no se debe necesariamente al arribo de la 4T en diciembre de 2018, de ahí que la duda aquí planteada siga casi intacta: ¿Hasta qué punto este crecimiento podría ser lo suficientemente mayor como para poner en vilo los (mega)proyectos de la 4T mas allá de los territorios que integran los caracoles zapatistas? ¿Se percibe al zapatismo con más simpatía que rechazo e indiferencia fuera de su área de influencia en Chiapas? Desde mi punto de vista no, y la razón de esto es simple y a la vez compleja: Ya no estamos en 1994 o en 2001.

Por lo anterior no quiero decir que las condiciones de vida de los pueblos "indígenas" o de la mayoría de la población han mejorado sustancialmente, simplemente se trata de recordar que en 1994 o 2001 el EZLN supo intervenir mejor que nadie en la agenda política nacional; hoy, en cambio, el solo hecho de intentarlo, además de limitado, puede llegar a ser contraproducente pero no porque el EZLN o sus simpatizantes a nivel nacional carezcan de argumentos para ir en contra de la política capitalista y extractivista a la que la la 4T le ha dado continuidad.

La razón, para simplificarla aún más, radica en que 1994 o 2001 fueron años en que el zapatismo superó magistralmente el manejo parcial y tendencioso de la información, al punto de que la clase política se vio obligada a abrir el micrófono de la máxima tribuna legislativa a la comandancia del EZLN en 2001, esto con el fin de no sufrir una crisis de legitimidad por no haber mirado ni escuchado a quienes se verían beneficiados o afectados por la reforma a la Ley de Derechos y Cultura Indígena que en ese entonces se discutía. Hoy, la posibilidad de un escenario como el de 1994 o 2001 parece ser prácticamente impensable y basta un pequeño ejemplo para demostrarlo:

El 27 de junio de 2018, el portal de Milenio Digital publicó una nota informativa con el título "Zapatistas se suman a candidato del PRI por Chiapas" (https://www.milenio.com/estados/zapatistas-se-suman-a-candidato-del-pri-por-chiapas) en alusión a una supuesta conferencia donde (cito textualmente): "Representantes de 23 municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas se pronunciaron a favor del proyecto que enarbola Roberto Albores Gleason, candidato a la gubernatura por el PRI-Panal".

Dicha nota me hizo oscilar entre la risa y la indignación, y es que en lo personal no me hacía falta investigar nada para saber que el supuesto apoyo del EZLN al vástago de uno de sus más antiguos enemigos (el también priista Roberto Albores Guillen) era un vil montaje, sin embargo, es aquí donde empiezo a percatarme que este conocimiento, mío y de otros conocidos que han seguido el zapatismo por años, no es ni remotamente el mismo al del resto de la población, sobre todo de los más jóvenes, quienes integran la mayoría de usuarios de redes socio-digitales en México y a quienes el zapatismo ya no les resulta tan familiar como a los que eramos jóvenes o adolescentes a finales de los noventas y principios de los dos miles.

Para este nuevo público joven, determinante del triunfo de AMLO en 2018, el encontrarse con una nota de Milenio o de cualquier otro diario nacional es algo bastante recurrente en sus andanzas por Facebook, Twitter o YouTube, de tal forma que no fueron pocos los usuarios a quienes vi compartiendo la susodicha nota como prueba de que "El EZLN trabaja para el PRI", una acusación que me di a la tarea de demostrarles como falsa en su totalidad, sin embargo, un problema más emergió para mí en ese momento: El EZLN y todos los comunicadores o periodistas cercanos al zapatismo no hicieron réplica o comentario alguno para desmentir el vergonzoso montaje hecho por Albores Gleason.

Solamente una nota del Heraldo de México llegó a citar la declaración de un representante del Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de las Casas” para aclarar que ese tipo de montajes es una práctica recurrente de la familia Albores para atacar al zapatismo desde los años noventa (https://heraldodemexico.com.mx/estados/albores-gleason-recurre-a-falsos-zapatistas-aseguran/), sin embargo, fuera de esta nota del Heraldo de México (de un alcance menor si la comparamos con las de Milenio Digital), ningún otro medio abordó críticamente este uso de falsos zapatistas en la elección de 2018, ni siquiera el diario La Jornada o el semanario Proceso, con todo y su histórico seguimiento al zapatismo desde 1994.

Esta falta de respuesta o de réplica de la oposición a mitos y falsedades en su contra, se ha tornado bastante habitual y debería causarnos gran preocupación, sobre todo en una época donde las fake news circulan con más velocidad que cualquier noticia real. En ese sentido, cabe señalar que el EZLN no es el único critico u opositor al actual gobierno que se ha vuelto objeto o víctima de este fenómeno al que también se le llega a calificar de forma rimbombante como "posverdad". Basta revisar todas las noticias denigrantes y calumniosas que circulan en este momento en torno a las víctimas de la violencia en México para percatarnos del terrible pero efectivo manejo de la información contra aquellos que por múltiples razones no pueden ser condescendientes con el actual estado de las cosas en México.

En conclusión, la oposición (sobre todo la de izquierda) y los medios de comunicación a su alcance, al no tomar precauciones ni unir esfuerzos para hacer frente a la calumnia y a la mentira que con tanta facilidad avanza en su contra, terminan por minar la posibilidad de que exista realmente un adversario mayor al gobierno en turno, y esto, más allá de beneficiar a AMLO o a la 4T como suele pensarse, es en realidad lo que abona a la germinación de los llamados neofascismos, tal como ya se ha visto en otras partes del mundo, donde la izquierda logra finalmente conquistar el poder para luego perderlo a manos de una derecha a la que el calificativo de extrema le termina quedando corto.

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